
Que Catupecu Machu ya juega en las grandes ligas nadie debiera dudarlo. Que entre en la grilla casi por la puerta de atrás tras la defección de Lenny Kravitz, un verdadero despropósito. Por talento, originalidad y búsqueda constante la banda oriunda de Villa Luro ya se ganó un lugar en el top ten. Y vaya si evidenció esas dotes de titular indiscutido.
“El viaje del miedo” con guitarra acústica prepara la cancha para lo que vendrá. Ese “te resucito en el sueño” al promediar el show será certeza. Entre los aires folclóricos y el video que devuelve imágenes de una locación de ensueño y acorde. Y se electrifican las tablas y qué mejor que esa guitarra en V en manos de un Fernando Ruiz Díaz pulcramente lockeado que derrocha energía en dosis exactas.
“Preludio al filo del Umbral” abona la cancha. Y la cosecha viene de la mano de “Y lo que quiero es que pises sin el suelo”. Imposible sin el suelo: saltos, empujones, pogo. Que será del césped de aquí en más sólo forma parte de las preocupaciones de aquellos a los que el fútbol no los abandona ni cuando la pelota no rueda.
Mientras tanto los teclados de Macabre, el bajo de Sebastián Cáceres, la batería de Javier Herrlein emanan un magma sónico sin lava pero que inunda el estadio. A la hora de “Plan B: Anhelo de Satisfacción” se suman dos de sus creadores, Wallas y Pablo M de Massacre le dan a la versión menos tinte de cover aunque prevalece el estilo catupequense.
Y fue la hora de la buena noticia: el convaleciente y titánico Gabriel Ruiz Díaz por primera vez en dos años tras el accidente automovilístico que lo obligó a renacer, estaba presente. Sí, en Rive. Y se propagó la felicidad de Fernando, esa risa de alegría inconmensurable se hizo carne en la multitud.
Pasó “Muéstrame los dientes” pero la sonrisa de Fer crecía mientras confiaba que Gaby “antes lo escuchaba en el Fleni de Escobar y ahora acá en River” y el alarido estiraron el “ver” y fue para emocionarse y volver a creer. Y dedicó Dale! a Gaby “ubicado en algún lugar de la platea”. Y fue Dale! Gaby! y su rostro flameó en bandera desde el campo.
Y “A veces vuelvo” fue final acorde a la ocasión. Con Catupecu completo y a pleno por la presencia ansiada de quien resiste y demuestra que volver a empezar es mucho más que un hit meloso e insoportable creado por un compositor ídem.
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